Este sábado pasado, con los primeros síntomas de descenso de las temperaturas, ha dado comienzo un nuevo curso de la Tertulia Literaria La Fuente. En el espacio que normalmente cede el Ayuntamiento en la Casa de Cultura ha tenido lugar la sesión programada sobre Poesía de los años 50, ponencia impartida por Teresa Lázaro Cuenca.
Pese a que la tarde comenzó con esperanzadores nubarrones y un ansiado chaparrón pesaba el sol cuando, a las siete, nos encaminábamos hacia a las instalaciones culturales cruzando parking y jardines, entre comentarios y sobre las torres reflejadas en los charcos que el breve aguacero había repartido sobre el pavimento.
Los minutos previos a la llegada de los habituales permitieron un breve pero estimulador paseo entre las esculturas de la exposición que hasta el 26 de septiembre se ha programado con las esculturas presentadas por la Asociación Mínimo Tamaño Grande.
Pasados diez minutos de la hora prevista dio comienzo la presentación en la que, durante dos horas, sobrevolamos el contexto en que los poetas de la generación de la posguerra civil desempeñaron su trabajo. Dos horas de acercamiento a la palabra, la de ellos, reflejo de la realidad de aquellos momentos, su sentir y el de los que retrataron desde diferentes, complementarios e imprescindibles ángulos de la vida y la esperanza. Dos horas en las que hicimos nuestras sus palabras, porque hoy tenemos los mismos diferentes problemas. El tiempo se detuvo lo suficiente para recordar y reconocer los textos leídos por Julio Arroyo y la propia Teresa. Momentos algunos en que las propias chimeneas de la vieja fábrica tornaban su tacto con la emoción que todos sentimos al escuchar los pasajes elegidos.
Dos horas que pudieron ser más, que supieron a poco, pese a cuanto se dijo. Esta vez en una sala, la de encuentros, sobre la que en otras ocasiones han concurrido los sonidos distorsionadores de actividades programadas o contraprogramadas, las unas con las otras, dadas las mínimas condiciones que reúne el edificio. Las circunstancias facilitaron que el acto gozara del recogimiento que la presentación presuponía. Dos horas que permitieron conocer una faceta de la ponente que guardaba celosamente en perjuicio de sus vecinos y amigos, que ahora esperan repita faena en el tiempo y con los autores que proponga.
Ocasión perdida para que alguien compensara el hecho de que la presentación del Grupo Votilesco esté haciéndose en el Centro Cultural La Despernada de Villanueva de la Cañada, hasta el 26 de este mes.
La poesía como la energía alternativa que alimenta la esperanza, tal como ayer nos mostró la compañera Teresa Lázaro. La temperatura al salir a la noche nos ofreció el alivio refrescante que el ánimo necesitaba.